viernes, 26 de agosto de 2016

Editorial Publicación Nº 12 "Mis Camaradas"


“MIENTE, MIENTE, QUE ALGO QUEDA” 

Es una premisa que muchos se la atribuyen a varios jerarcas marxistas de los años 30’s, en que ellos mediante la propaganda, envenenaban de “su verdad” al vulgo. Los Soviéticos o quienes vivían tras su poder, alambradas o muros hasta los años 90’s, tenían una visión muy distinta de la vida en occidente y sus amistades o familiares que habían alcanzado a escapar de las manos de los bolcheviques, se desesperaban por tratar de hacerles ver que ellos vivían una ficción, que era un horror en comparación a la libertad que ellos tenían. Cuando empezaron gracias a la modernidad de las comunicaciones a ver la vida a este lado del mundo, muchos intentaron arrancar como fuera, ya que entendían que vivían, no en la maravilla del pueblo para el pueblo y por el pueblo, sino en una gran mentira y que ellos no eran más que borregos de los apetitos de poder que otros ostentaban.

Hasta que vino la Perestroika de Gorvachov, que hizo que ese imperio del mal cayera lentamente y millones volvieran y otros empezaran a conocer la LIBERTAD. Muchos pensábamos, especialmente en Chile, que aquellos que se inclinaban hacia su “Hermano mayor” recapacitarían y cambiarían en su interior ese amor por el odio que los consume. 

Desgraciadamente no fue así. Qué alegría más grande para el mundo libre recibir hospitalaria y afectivamente a los del otro lado, y mostrar en directo por televisión cuando empezó a caer el primer pedazo de muro; millones de personas después de millones de asesinados empezaban a ser libres.


Recuerdo haber recibido a un joven amigo médico quien venía escapado desde Cuba, esto fue después del año noventa; entonces temíamos que fuera deportado, ya que en su equipaje de escape traía consigo unas hostias consagradas que su abuelo había guardado celosamente en las cercanías de Camahuey y su temor era que se enteraran los Castristas y exigieran la vuelta de nuestro amigo a su paraíso. 

Trabajó clandestinamente, pero con contrato e imposiciones durante el tiempo necesario para pedir su residencia en Chile, donde se casó y forma parte de una linda familia. Pero lo interesante es que ya afincado en su nuevo país invitó a su madre a venir a verlo. Llegó la dama y una de las primeras cosas que hizo fue llevarla al Jumbo de Viña del Mar. Al ingresar ella y ver tantos escaparates con tal variedad de mercadería, se desmayó y perdió el conocimiento ante tanta ficción vivida. Y sobre ficciones...

Se llama Oscar y sus compañeros de prisión lo conocen por el “Chepo” Sepúlveda. Él es un Capitán de Carabineros que hasta nuestra última visita, aún estaba en prisión por el homicidio y desaparición forzosa de un ciudadano de Arica; él perdió su empresa, su matrimonio, se alejaron sus amigos ya que por esas cosas de la ficción era un asesino y secuestrador permanente. Vaya sorpresa: su desaparecida víctima apareció hace poco viviendo cómodamente en Lima... y a Chepo Sepúlveda la Corte Suprema le decretó su libertad, pero mientras calculan la indemnización que le pagarán por los largos años que pasó tras las rejas, aún estaba día y noche en el penal de Punta Peuco. Son casos que ni siquiera Kafka imaginaría, ya que si fuera un civil, habría sido titular en la prensa, y las organizaciones de Derechos Humanos estarían luchando denodadamente por sacar a nuestro camarada Capitán de Carabineros Oscar Sepúlveda Castro a la calle. Probablemente al terminar este Editorial nuestro personaje ya esté con los pocos familiares y escasos amigos que le quedaron. Él fue digno y asumió esa injusticia ya que adentro del penal conoció a más de un centenar de camaradas uniformados que como él, están presos por una simple Ficción Jurídica.

Como él fueron millones que sufrieron el encierro en Gulags, tras alambradas, mirando por sobre el muro como crecían sus nietos en Berlín Oeste, y otros buscando lo que flotara para navegar entre tiburones y llegar a Miami: esos que vivieron en el Paraíso Soviético o bajo su dominación y que algunas de nuestras autoridades políticas y judiciales aún tienen como ideal ficticio en sus retinas de la mentira.

Chepo, disfruta tu libertad y nunca olvides que eres de esos héroes de verdad, que muy pocos quedan. Como también no olvides a los que te conversaron y escucharon cuando salías de tu Contenedor de Punta Peuco; recuerda siempre a los Gendarmes que fueron tus celadores y cumplieron fielmente con su deber, ellos estoy seguro te van a extrañar como lo haremos nosotros, MIS CAMARADAS, en nuestra próxima visita de Septiembre, salvo que por ficción jurídica aún estés esperando salir. 

1 comentario:

  1. Las injusticias de la Justicia y los jueces prevaricadores.Tengo fe en que llegará el momento de la Justicia Divina:

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