En una lúgubre sala de un viejo caserón yacía esperando sus últimos momentos de vida don
Alonso Quijano, quien al escuchar la voz de su doncella Dulcinea, comienza a recordar
aquellos momentos maravillosos de emoción, amor y aventuras que había vivido en La
Mancha. Ya al cerciorarse que era la voz de su bella dama, llama a su fiel Sancho y
nuevamente se convierte en ese Quijote de La Mancha, para quien su estirpe de soldado era
lo principal; Sancho cual fiel ayudante de este loco de remate, le sigue el amén hasta que su
señor expira en brazos de Aldonza que para Don Quijote era Dulcinea.
He querido comenzar estas líneas de Editorial para llevarlos a vuestros recuerdos, e invitarlos
a que vivamos ese Chile tan floreciente que éramos hace menos de treinta años haciéndolos
ya volar con vuestra imaginación por el orden, el crecimiento económico ejemplar, la
seguridad de estar gobernados y dirigidos por los mejores. Aquellos años en que nuestra
Patria era ejemplo de prosperidad y progreso; atrevámonos a ser felices por un momento,dejemos la comodidad del “me da lata participar”, o el “¿Y si me ven los vecinos?”,
disfrutemos esos momentos que se nos vienen con los vientos de primavera y las brisas de
instantes de libertad.
Estamos invitados a mostrar de una vez por todas, nuestra fuerza silenciosa por algunos
momentos, para con nuestro pabellón salir a las calles a los banderazos que organizará la
Multigremial que agrupa al personal en retiro de las FFAA y de Orden más sus amistades.
Demostremos nuestra fuerza y voluntad, ¿A que le tememos, al ridículo?, eso es cobardía,
comodidad y dejación, es más: es traición... No fuimos formados para eso.
Se nos viene un septiembre en que seremos atacados por todos los frentes y flancos, ya lo
han hecho; ahora más que nunca hay que reaccionar y demostrar que en Chile hay soldados y
personas que no se acobardan ni se avergüenzan. Nos podrán juzgar, meternos presos y
condenar, pero nunca nos quitarán nuestra voluntad de lucha, por eso cual don Alonso
Quijano llamemos a Sancho para ponernos nuevamente nuestra armadura en pos de la
aventura de luchar por el Chile que se cae a pedazos.
No se olviden: “Teníamos harina solo para tres días”, y ahora “No hay un puto peso” y quien
expresó lo último no es un borracho embriagado con Chivas Regal y el poder.
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